12, Enero 2021
Generación Z: menos alcohol, más bienestar
Nacidos entre finales de los 90 y principios de los 2000, los jóvenes de la Generación Z están marcando un cambio de época: consumen menos alcohol que sus padres y abuelos, y empujan a la industria a reinventarse.

La Generación Z, que abarca a quienes nacieron entre 1997 y 2012, está reescribiendo las reglas del consumo. A diferencia de lo que ocurría en las juventudes anteriores, para muchos de estos jóvenes el alcohol dejó de ser el centro de la diversión. Beben menos, retrasan la edad de inicio y muestran interés creciente por alternativas sin alcohol. Una encuesta de Kantar reveló que el 75% de los jóvenes argentinos se plantea reducir su consumo, una tendencia que se repite en distintas partes del mundo, con España a la cabeza en Europa.
¿Qué hay detrás de este fenómeno? En primer lugar, una mirada distinta sobre la salud y el bienestar. La Gen Z prioriza sentirse bien al día siguiente, dormir mejor y mantener rutinas compatibles con el estudio, el trabajo y la actividad física. En Francia, por ejemplo, el Observatorio de Drogas y Comportamientos Adictivos mostró que el porcentaje de jóvenes de 17 años que nunca probó alcohol pasó de menos del 5% en 2002 a casi el 20% en 2022. En Europa del Este, un informe de Nielsen IQ indicó que más de un tercio de los jóvenes redujo su consumo en el último año.
A esto se suman cuestiones culturales y tecnológicas. Una parte importante del ocio de la Generación Z ocurre en espacios digitales: videojuegos, redes sociales, streaming. El factor económico también pesa, especialmente en países donde los costos de salir a beber son cada vez más altos y las prioridades de gasto se reordenan.

La industria, atenta a estas transformaciones, se está adaptando. Las cervezas sin alcohol o de baja graduación crecen en ventas y ganan prestigio. Marcas tradicionales lanzan sus versiones 0%, mientras surgen opciones innovadoras que buscan ofrecer sabor, experiencia social e incluso cierto “efecto festivo”, pero sin las consecuencias negativas asociadas al alcohol. De hecho, un estudio de la Universidad de Oxford identificó el auge sostenido de las bebidas “no y low alcohol” en todo el mundo, un mercado que crece de la mano de los más jóvenes.
El resultado es un cambio de paradigma. El consumo no desaparece, pero deja de estar naturalizado como antes: hoy se puede elegir no beber, o hacerlo con moderación, sin que eso signifique quedar al margen. Para la salud pública, esta tendencia representa una oportunidad en términos de prevención; para la industria, un desafío que ya está transformando productos, campañas y hasta las formas de vincularse con sus consumidores.