Cultura y sociedad

12, Enero 2021

Tamara Caserotto Miranda: “Las huertas comunitarias son una expresión de lo que pasa en la sociedad”

Red de Huertas Comunitarias, un proyecto gestado por voluntarios y voluntarias que decidieron transformar una parcela de tierra de la Estación Florencio Varela en una huerta comunitaria. Dialogamos con Tamara Caserotto Miranda, una de las integrantes de la Red, que refleja la esencia de un proyecto que forja vínculos, educa y fomenta la inclusión social.

Semillas que posibilitan abastecer y acompañar a otras huertas nacientes.

Red de Huertas Comunitarias, ¿cómo surgió este proyecto?

“Red de Huertas Comunitarias surgió en 2013 a partir de una primera huerta creada en la Plaza Callegari de Florencio Varela. Desde entonces empezamos a crear otras, también en espacios públicos, vinculándonos así con distintos proyectos de huertas, la gran mayoría comunitarias, que funcionan en instituciones sociales, educativas, de salud (centros de atención primaria, centros comunitarios), en comedores y merenderos. 

Comenzamos con el propósito de cuidar el espacio común y concientizar con educación ambiental. Difundimos afiches, explicamos lo que significaba orgánico e inorgánico, recolectamos botellas para ser recicladas, nos relacionamos con organizaciones locales para obtener árboles nativos y generar plantaciones en los barrios. Luego, decidimos regalar plantines para promover la reforestación, hábitos saludables, reciclaje, compostaje y empezar a sembrar semillas. 

En la plaza, optamos por enseñar a sembrar, transmitir estos conocimientos a chicos y chicas que iban a jugar a la plaza. En lugar de decirles ´llevate la semilla para plantarla´, les decíamos ´vamos a plantarla juntos´. Ahí surgió la idea de sembrar algunas lechugas que hoy ya son 14 metros de huerta en una de las plazas más céntricas de Florencio Varela, a la que decidimos llamarla Huerta Viento porque sentíamos que era donde esas semillas se dispersaron para proveer una huerta comunitaria madre a todo el resto”.

Entonces podemos decir que en la plaza comenzó la producción propia de la huerta.

“Sí. En principio regalábamos plantines (entre 150 y 200 por semana), hortalizas, y así comenzamos a generar nuestra producción propia. Los plantines que habían quedado en la plaza ya nos daban semillas y de esas semillas emprendimos nuestro propio autoabastecimiento y a la vez la posibilidad de abastecer y acompañar a otras huertas nacientes. También generamos nuestra propia casa de reservorio de semillas y la plantinera agroecológica”. 

¿Cuántas huertas conforman la Red? ¿Siempre se crean en espacios en desuso?

“Una de las tantas metas que se tiene como huerta comunitaria es lograr hacer la transformación del espacio público, de sitios abandonados, fiscales, con la idea del reverdecimiento de las ciudades. Así puede ponerse en valor una terraza, una vereda, un predio deshabitado”.

“Una de las tantas metas que se tiene como huerta comunitaria es lograr hacer la transformación del espacio público”.

Más de 60 huertas conforman la Red ubicadas en diferentes localidades como Florencio Varela, Ministro Rivadavia, Punta del Indio, Berazategui. Están creadas en escuelas (públicas y privadas), universidades como la Universidad Nacional Arturo Jauretche, la UNTREF (Universidad Nacional de Tres de Febrero), en veredas. Otras están más institucionalizadas, es decir, nacieron desde la autogestión y participación de los vecinos y con el tiempo lograron articulación con instituciones municipales o acceder a programas a partir de organizaciones políticas. Siempre son autogestivas y autónomas, vecinos involucrándose de forma voluntaria en hacer sostenible su mantenimiento, y eso se refleja en todos los aspectos.

Actualmente estamos tratando de hacer una organización de regionalización de la Red de Huertas por provincia, temática, categoría (terapéutica, social, experimental) y a la par queremos generar encuentros también regionalizados, trabajando por zonas. Nuestro objetivo es afianzar los equipos de trabajo con aquellas huertas que se encuentran más cercanas, sean o no de la misma categoría, profundizar ese trabajo territorial en función de esa localidad que nos convoca”.

¿Cómo organizan las tareas de cuidado? 

“Se requiere un mantenimiento diario para lograr que las plantas, los cultivos puedan ser productivos, que logren proponerse abastecer alimento. Muchas veces se crean grillas de trabajo para distribuir roles. 

Dentro de las tareas más comunes, un grupo se encarga del cuidado (cultivar, fraccionar semillas, cosechar, secar hierbas), otros en hacer sobres y anotar la variedad, lugar y año de cosecha, otro de las composteras, producir el reciclaje de sus propios residuos, contactar productores para traer verduras agroecológicas.

Además, la difusión y comunicación con la comunidad, es decir, vamos a la casa de personas donde tenemos plantines para brindarles herramientas, nos acercamos a los Puntos Verdes que son puntos de encuentro, y allí intercambiamos plantines y semillas, compartimos y nos conectamos con la tierra y a su vez generamos una alternativa para el barrio.

Dentro del grupo de voluntarios se armaron equipos de talleristas donde algunos se dedicaban más a soberanía alimentaria, a concientizar, otros hablaban sobre terapias alternativas y plantas medicinales, gastronomía saludable y alimentación consciente. Se convierten en comunicadores y educadores populares, un rol muy importante”.

Jornadas de trabajo en Huerta Viento, Estación Varela.

¿Qué semillas cultivan mayoritariamente?

“Gran variedad de semillas, desde tomates cebra, esponja vegetal, tala (árboles nativos). La gran mayoría de las huertas trata de tener conciencia respecto a la reforestación y la no intervención de los ecosistemas con especies invasoras, exóticas. Se trabaja mucho en pensar en plantas silvestres, árboles y arbustos nativos, pero no todas lo tienen.

Vamos formando la casa de semillas que, en los inicios, la generamos a partir de donaciones de personas, de actividades abiertas al público general”.

Además de la creación de huertas, ¿cuáles son las actividades que llevan adelante desde Red de Huertas?

“No nos quedamos solo con el tema de huertas y todo lo que ello implica, sino que también abordamos temáticas de educación ambiental. Generamos un voluntariado y fuimos mutando, algo característico de las huertas comunitarias.

Como Red participamos de diferentes exposiciones y hemos creado también ferias autogestivas, hicimos giras como el Proyecto de Agroecología en Movimiento donde recorrimos, en bicicleta, adquiriendo experiencias territoriales de producción agroecológica por diferentes zonas (Mar de Cobo, Dolores, Mar del Plata, Chascomús, Las Armas, Coronel Vidal). Lo hicimos con el objetivo de generar encuentros con actores sociales que trabajan localmente, además de recuperar semillas, generar material audiovisual y entrevistas, conocer el patrimonio natural e histórico.  

Organizamos el Campamento de Agroecología Unidos por la Soberanía Alimentaria (CAUSA) en la Reserva Ecológica Guillermo Hudson, en Florencio Varela, fruto de la articulación entre huertas, un encuentro que compartimos durante tres días con distintas propuestas.

Campamento de Agroecología Unidos por la Soberanía Alimentaria (CAUSA).

También llevamos a cabo talleres de huertas orgánicas y agroecología urbana, encuentros de fitomedicina, de medicina ancestral y biocosmética, compost, elaboración de bioinsumos o biofertilizantes, organizamos Gratiplantas, festivales y ferias verdes de intercambio, asambleas de defensa de los recursos naturales para concientizar sobre la protección del espacio natural”.

Nombraste a las Gratiplantas, ¿de qué se trata esta iniciativa?

“Las Gratiplantas son ferias verdes, encuentros para compartir (no intercambiar) semillas y plantines con todos los vecinos. Aclaro que no son intercambios ya que las personas pueden participar y no necesariamente deben dejar algo, entonces se conforman como espacios que convocan e invitan a nuevos integrantes”.

Una vez que cosechan los productos, ¿cómo llevan a cabo el acopio y la distribución? ¿Cómo organizan la venta de los productos? 

“Desde la web de la Red creamos un proyecto, Bolsón Colaborativo, que nació en el contexto de confinamiento, con la crisis sanitaria y alimentaria, para garantizar la accesibilidad de alimentos a las personas y ayudar a la economía social de emprendedores que, en ese momento, no tenían dónde vender sus productos. Se trató de una propuesta de reabastecimiento y asistencia a partir de una distribución participativa y solidaria entre vecinos autoconvocados desde Nodos.

Tal es así que se organizaron circuitos alternativos buscando productos regionales, un vínculo de comercio justo, sin intermediarios, y apoyo al pequeño productor agroecológico. Desde nuestra Red nos sumamos distribuyendo nuestras producciones ya que las ferias en las que participamos fueron canceladas por la pandemia.

“El Bolsón Colaborativo nació en el contexto de confinamiento, con la crisis sanitaria y económica, para garantizar la accesibilidad a las personas y ayudar a la economía social de emprendedores”.

A diferencia de otros proyectos, armamos el Bolsón Colaborativo a partir de distintos productores, no solo con pequeños sino también con familias que no están organizadas pero que trabajan de forma agroecológica. Así logramos contribuir al sostenimiento de su economía y actividad familiar”.

¿Por qué fomentar huertas comunitarias? ¿Qué valor tienen las huertas para la comunidad?

“Las huertas comunitarias son una expresión de lo que pasa en la sociedad, van adaptando y acompañando los procesos sociales que ocurren. Cuando hay una situación económica complicada, son los primeros lugares donde se manifiesta la coyuntura de la comunidad. Nos ha pasado que personas que están pasando por una situación de indigencia metían la ropa dentro de las huertas por ser un lugar seguro, un lugar donde no son echados por las autoridades, sitios de construcción y de empoderamiento de los vecinos.  

También ocurrió que en una de las huertas algunos trabajadores ambulantes, al momento de irse siempre tenían que llevar las cosas hasta la casa, cargar todas sus mercaderías. En un momento empezaron a atar sus pertenencias a los cercos, entendían que es un espacio común de todos, una forma de poder resguardarse allí.

La Huerta Comunitaria juega un rol social, de contención para estar en contacto con gente que normalmente se excluía de la sociedad, personas más vulnerables. Son una herramienta para visibilizar las problemáticas, para erradicar la explotación infantil acompañando a pibes que por ahí estaban en una situación de calle, trabajando a sus 10-12 años y la huerta se conforma como el espacio de refugio donde ellos podían participar de un evento, de una forestación colectiva, de poder sentirse parte de algo”.

“La Huerta Comunitaria juega un rol social, de contención para estar en contacto con gente que normalmente se excluía de la sociedad, personas más vulnerables”.

Además de una producción colaborativa, ¿qué enseñanza deja la huerta comunitaria? ¿Qué vínculos genera?

“Grandes enseñanzas… Muchos adolescentes se convirtieron en concientizadores ambientales, promotores de huertas comunitarias y de la soberanía alimentaria. Personas que trabajan enormemente por cuidar el patrimonio cultural, las costumbres, los saberes populares y familiares.

Las huertas posibilitan el vínculo entre la generación de jóvenes y adultos mayores que, al salir a la plaza a caminar, de repente se encuentran con estos espacios donde tienen un nuevo propósito para transmitir lo que saben, lo que aprendieron a lo largo de su vida y rescatar ese saber cultural.

Además, facilita la integración entre comunidades, reconocimiento como parte de una localidad, donde cada una tiene la conexión con lo más importante que es la tierra y, desde ese lugar, poder realizar procesos de regionalización e identificar la construcción participativa como puesta en común de lo que cada comunidad reconoce como valor”.

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