12, Enero 2021
Redes sociales y niñez: ¿es posible pensar en una edad mínima legal?
España, Francia y Grecia impulsan una normativa para fijar una edad mínima común en toda la Unión Europea para el uso de redes sociales. ¿Qué implicancias tiene esta medida en la crianza actual? Una mirada sobre cómo acompañar a niños y adolescentes en la era digital.

En un contexto donde las redes sociales están presentes en la vida cotidiana desde edades cada vez más tempranas, España, Francia y Grecia presentaron una propuesta conjunta para establecer una edad mínima para poder crear perfiles en plataformas como Instagram, TikTok o Snapchat, con el objetivo de proteger a los menores de edad.
La iniciativa plantea crear mecanismos obligatorios que permitan verificar la edad de los usuarios, la instalación por defecto de software de control parental en dispositivos destinados a menores y el establecimiento de normas que exijan diseños adaptados a la edad, minimizando arquitecturas adictivas y persuasivas, como las ventanas emergentes, la personalización de los perfiles o la reproducción automática de videos.
Esta propuesta se desprende de una preocupación creciente en Europa (y también en América Latina): el impacto de la tecnología en la salud mental y emocional de niños y adolescentes.
¿Qué pasa en Argentina?
En una entrevista para Vida y Salud (2022), la doctora en Comunicación de la Universidad de París y Asesora Senior de la Unesco en Ciudadanía Digital, Roxana Morduchowicz, afirmaba que en nuestro país “el 90% de chicos y chicas de 13 a 17 años posee algún perfil, y el 60% de los preadolescentes de 11 y 12 años tienen una cuenta”, a pesar de que la edad legal mínima para entrar a una red social es de 13 años.
El problema no son las redes en sí, sino el acceso sin criterio, sin guía y sin límites claros.
Grooming y ciberacoso: peligros reales

Uno de los motivos más urgentes detrás de la propuesta europea es el incremento de casos de grooming: adultos que se hacen pasar por menores para manipular y abusar de niños, niñas y adolescentes a través de redes sociales.
A esto se suma el ciberacoso, que puede tener consecuencias similares o incluso más graves que el bullying presencial, afectando la autoestima, la salud mental y el rendimiento escolar.
Otro fenómeno preocupante es el FOMO (por sus siglas en inglés, Fear Of Missing Out): el miedo constante a quedarse afuera de lo que pasa en las redes. Esto genera ansiedad, presión social y una necesidad casi compulsiva de estar conectado y al día.
Más que una restricción: una oportunidad
La propuesta de la Unión Europea abre un debate necesario: ¿cómo estamos acompañando a nuestras infancias y adolescencias en un mundo donde lo digital ya no es opcional?
La salud emocional y mental también se ven afectadas por las redes sociales. Y es responsabilidad de familias, escuelas, plataformas y gobiernos generar condiciones para que ese entorno sea saludable, respetuoso y formativo.
Fijar una edad legal mínima para el acceso a este tipo de plataformas puede ser importante, pero no debemos perder de vista que la alfabetización digital debe empezar en casa y continuar en la escuela. Aprender a usar la tecnología con responsabilidad, criterio y empatía se ha convertido en una competencia tan esencial como aprender a leer o escribir.