Saludablemente

12, Enero 2021

“El ambiente del esquí náutico es muy cerrado y esa desventaja hace que no sea tan conocido”

La atleta de apenas 18 años se hizo un lugar indiscutido en una disciplina que requiere extrema dedicación y talento. Destacada deportista a nivel internacional, es una de las promesas de la selección nacional. Sin embargo, encuentra tiempo para estudiar y trabajar en varios emprendimientos.

Paloma acumula varios récords en la disciplina.

La energía y frescura inseparables de la juventud de Paloma Giordano, brotan con naturalidad desde el inicio de la charla. Tiene 18 años, pero al hondar un poco más en la vida de quien es figura del esquí acuático argentino desde que tiene, por lo menos, 16, por momentos cuesta creerlo. Es que ya acumula varios récords en la disciplina a nivel local e internacional y promete aún más.

Si bien el esquí náutico no integra el acotado listado de deportes de los que se escuchan hablar a diario en los medios, formó parte de la vida de Giordano desde antes de aprender a leer y escribir. De la mano de su papá, Carlos, se subió a la tabla desde que tenía “dos o tres años” y nunca se bajó. “Esquiaba con él porque practicaba desde chico, como hobby, al igual que mi abuelo”, relata a Vida & Salud. “A los seis le dije que quería competir y arranqué la carrera”, cuenta.

Según explica la atleta de la ciudad de La Plata, no se trata de una práctica habitual por varias características. “Es más raro como deporte, casi siempre viene de familia, de padres esquiadores. Además el ambiente es muy cerrado y esa desventaja hace que no sea tan conocido”, asegura. “El wingboard, por ejemplo, hoy se conoce mucho y mueve más gente que el esquí, y se crearon casi juntos”, dice.

Paloma se insertó desde muy joven en el mundo de las competencias y el alto rendimiento, no sin más de un escollo en el camino. Actualmente su lugar de entrenamiento se encuentra, literalmente, en el patio de su hogar, ya que vive con sus padres en una casa en Villa Elisa, junto al lago. Sin embargo, no siempre fue así. “Cuando arranqué íbamos al lago en Canning, provincia de Buenos Aires, a entrenar todos los días. Pero tuvimos problemas con la gente del club. Fue muy complicado porque no querían que yo entrenara”, recuerda.

Según cuenta, cambiaron el lago por el Río Santiago, en La Plata, pero no con mejor suerte. “Intentamos poner días y horarios pero no hubo caso, estaban negados. Lo que pasa es que la lancha que se usa para el esquí hace olas, entonces para el kayak o remo es algo que molesta eso y no querían saber nada”, indica la joven. “Me acuerdo de estar en invierno en el agua y que uno de los profesores de remo me cruzara la lancha para que no pudiera entrenar”, agrega.

Una quebradura de fémur durante un entrenamiento en Estados Unidos cuando tenía 10 años hizo que tuviera el parate más extenso de su corta y brillante carrera. “Me recuperé y volví a entrenar. Tiempo después nos mudamos a la casa en la que vivimos ahora, entonces puedo manejar las prácticas mucho mejor. Mi entrenador es mi papá entonces también podemos regularlo”, sostiene. “Tiene sus pros y sus contras”, aclara entre risas.

Pese a los contratiempos, Paloma se destacó desde el primer momento y su desempeño le valió representar al país en los torneos internacionales más importantes. En 2017, con 14 años, obtuvo el undécimo puesto en el Mundial Junior de esquí náutico que se disputó en el Lago los Morros, Santiago de Chile, y se transformó en la primera argentina en acceder a una final de un torneo ecuménico de la categoría desde 1990.

La joven vuela en el agua. Por eso, a esta altura, es una indiscutida promesa del seleccionado. Obtuvo la medalla de bronce en los Juegos Suramericanos de Cochabamba 2018, plateada en los Juegos de Playa 2019 que se disputaron en Rosario, y una destacada actuación en los Panamericanos de Lima de ese mismo año. Y la proyección no tiene límites.

Obtuvo la medalla de bronce en los Juegos Suramericanos de Cochabamba 2018, plateada en los Juegos de Playa 2019 que se disputaron en Rosario, y una destacada actuación en los Panamericanos de Lima de ese mismo año.

Entre la escuela, el esquí y el bullying

Mantener un equilibrio entre las competencias, los viajes y entrenamientos propios de una deportista de alto rendimiento con el colegio no parece sencillo. En el caso de Paloma, además implicó enfrentar situaciones de bullying que hicieron que el trayecto se tornara más engorroso.

“No sé bien por qué, pero mis compañeros no me querían pasar las tareas si estaba de viaje, y ni los profesores y directivos me apoyaban”, relata sobre lo que vivió en dos escuelas privadas a las que asistió.

“Tal vez la respuesta era: ‘pero vos estabas en Estados Unidos’. Pero yo no me había ido de vacaciones, iba a representar al país”, sostiene. “Tuve discusiones con profesores, que me desaprobaban por no haber entregado trabajos a tiempo, por ejemplo, pese a que sabían que yo viajaba por competencias”, remarca. “Yo tuve siempre la intención pero no me respondían, o pedía los teléfonos y mails a los docentes pero no había caso”, agrega.

“No sé bien por qué, pero mis compañeros no me querían pasar las tareas si estaba de viaje y ni los profesores ni directivos me apoyaban. Me pasó en dos escuelas”.

Desde ese primer colegio en el que finalmente la “invitaron a retirarse”, pasó por otra institución en la que vivió situaciones similares hasta que encontró el Normal 3, de La Plata, en donde terminó la secundaria el año pasado. “Antes de ingresar estudié durante un año de forma virtual, gracias a un programa del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD). Subí mucho el nivel en cuanto a lo educativo, pero estaba sola, quería volver a un colegio. Los últimos dos años los hice en la escuela pública y tuve a los mejores compañeros, nunca me había sentido tan bien. Los profesores fueron divinos”, describe.

La vida fuera del agua: estudio, proyectos y emprendimientos

El año y meses de pandemia, pese a alejarla de las competencias, no oficiaron de ancla en la vida de Paloma. Por el contrario, además de mantener los entrenamientos y la preparación física, comenzó a estudiar Abogacía en la Universidad Nacional de La Plata y se enfocó como emprendedora en varios proyectos.

Activa, madura y multitasking, trabaja fundamentalmente en dos proyectos. “Con mi mamá armamos Trópica, una marca de ropa. Hace mucho lo queríamos hacer pero siempre estábamos haciendo muchas cosas. Ahorramos plata y ahora con la pandemia encontramos el tiempo para hacerlo y abrir el showroom”, expresa. “Llevamos todo nosotras y nos toma muchísimo tiempo. Las fotos las hago yo, las redes las manejamos entre las dos, lo mismo con los envíos”, enfatiza. Además, también junto a su familia abrió La Paloma Park, un parque de entrenamiento náutico en Villa Elisa, con un bar.

En este sentido, destaca el rol de las redes sociales y la visibilidad que otorgan. “En mi vida ocupan un lugar re positivo y bastante importante, tengo muchos seguidores y eso suma. Solo que ahora con el estudio y los emprendimientos tengo menos tiempo”, cuenta.

“Me encantaría dedicarme solo al esquí y vivir de eso, pero no creo que pueda acá, vas más a pérdida que a ganancia”, se ríe. “Por eso tengo como una prioridad al estudio, recibirme y al mismo tiempo que el deporte acompañe”, cierra Paloma.

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