Cultura y sociedad

12, Enero 2021

Claves del trabajo social: escuchar y alojar

Camila Rivero López tiene 23 años y está próxima a recibirse de Licenciada en Trabajo Social. A partir de su amplia experiencia y participación en Organizaciones Sociales y Comunitarias, nos cuenta cómo es la dinámica de estar en contacto con distintas problemáticas sociales.

Camila estuvo participando en diferentes grupos de investigación desde el año 2020. Durante su trayecto profesional realizó encuestas a personas en situación de calle y trabajó analizando políticas públicas que tienen como población objetivo a jóvenes en situación de vulnerabilidad social sobre todo en CABA y provincia de Buenos Aires. Actualmente analiza la relación entre los procesos de atención y cuidado en salud mental en urgencias hospitalarias atravesadas por la pandemia y las condiciones de bienestar psicosocial de los profesionales del dispositivo en el contexto de transpandemia. Además, forma parte de “Preservate”, una Asociación Civil que se dedica a promover la Educación Sexual Integral en diferentes espacios con distintas poblaciones. 

Trabajar con escuelas de gestión privada y estatal, hogares convivenciales, comedores, merenderos y empresas, diversas poblaciones, no es tarea sencilla. Por ejemplo, desde “Preservate” abordan en conjunto con municipios y tratan de poner mucha escucha, mucha mirada, atender con todos los sentidos. 

Camila Rivero López – Lic. en Trabajo Social

“Soy amante de la planificación, siento que es una herramienta necesaria que potencia. Es un desafío constante planificar, atender, imaginar, problematizar ciertas cosas. El trabajo con el otro siempre es necesario, inspirador y conmovedor” afirma Camila. En sus intervenciones relacionadas a la Educación Sexual Integral suelen oír frases como “para qué voy a aprender esto, para qué me sirve” y siempre recurren a la comprensión, la permeabilidad y la apertura al diálogo para involucrar a la persona como protagonista en el proceso de aprendizaje. 

Intervenir va más allá de un momento de “ayuda” que finaliza luego de 1 o 2 horas. Es informar, educar y fomentar la autonomía de aquellas personas que atraviesan alguna situación de vulnerabilidad para que cuestionen lo que les está sucediendo y puedan advertir situaciones desfavorables para su integridad. Al respecto, Camila recuerda una anécdota en la que debió dar una charla en un colegio donde asistieron pocas personas en un anfiteatro amplio, quienes se sentaron al fondo del lugar. Frente a ese emergente, se le ocurrió bajarse del escenario donde debía hablar para sentarse cerca y generar un clima más ameno. “Se terminó dando un ámbito de confianza, de representación, en el que ellos podían dialogar: ´esto a mí me pasó también´, ´siento lo mismo´. Me acuerdo que terminé esa charla, emocionada por lo que había pasado y se me acerca el director y me dice ´qué prácticas innovadoras que tenés´. Mi práctica innovadora había sido: ´acérquense, que estamos a la misma altura´”.

El rol de quienes trabajan en este tipo de situaciones es acompañar, alojar, no imponer sino dialogar para llegar a la raíz de los problemas. Y no sólo escuchar a personas jóvenes o infantes sino también, adultos. “Cada uno es individual, singular, tiene sus propias potencialidades. Si estoy dispuesto/a a acompañar, tengo que hacerme cargo que tengo un poder, que tengo cosas yo mismo/a que trabajar, que tengo vivencias y que primero necesito escuchar, habilitar que la otra persona me cuente sus circunstancias y trabajar sobre eso” afirma Rivero López.

Con respecto al impacto de su intervención, Camila comenta que en realidad es un proceso, un trabajo minucioso y detallado que va más allá de una estadística, un número, una frase o un titular en un medio de comunicación; es un quehacer interdisciplinario de gran cantidad de profesionales que construyen momentos de construcción colectiva y promoción de derechos “…que el feedback del público sea frenar un segundo, pensarse, sentarse en ronda, circular la palabra, vehiculizar ciertos temas complejos me parece que ahí es la devolución a una puesta que hacemos y la sensación de que estamos transitando un camino que es el correcto. Ahí, en ese momento, estamos visualizando el cambio”.

En relación a la manera en que una persona puede comenzar a involucrarse en temáticas de esta índole, Camila comenta que influye el encuadre en el que se encuentre la persona y las posibilidades que se presenten para abordar la problemática. No es lo mismo trabajar en la guardia de un hospital o en consultorios externos con cierta institucionalidad, que en una asociación civil, comedor, merendero o en un colegio. “Hay un primer momento donde se averigua, donde se escucha, se revisan antecedentes, se identifican potencialidades, se indagan familias y redes, se indaga en ese trayecto que tiene la persona y se van identificando potencialidades o se va construyendo la problemática a intervenir en este preciso momento. Puede pasar que venga la persona y diga ´yo tengo esta problemática´ y vos empieces a indagar y en realidad no es esa problemática que aparece inicialmente con la que uno tiene que trabajar, sino que es algo que va apareciendo a lo largo de las entrevistas”.

“Intervenir es primero escuchar, habilitar que emerja la persona y sus atravesamientos a través de la palabra. Se trabaja con lo que el otro trae de su historia”

Como reflexión final, nos comenta que “siempre se puede aprender del otro y no de un otro con un título universitario, sino del otro en tanto vivencia. Me parece que la contribución es esa, desde un primer lugar permitirnos reconocer esa vulnerabilidad, esa incompletitud, ese inexpertis, y al mismo tiempo ahí construir lo necesario”.

Compartilo en: