Cultura y sociedad

12, Enero 2021

Canticuénticos, una forma de “cantar contando” o “contar cantando”

Al ritmo del folklore argentino y latinoamericano, con tonada provinciana y letras que atraviesan a quienes las escuchan, Canticuénticos interpela a niñas, niños y adultos a través de sus canciones y su compromiso con la infancia.

Ruth Hillar, Daniela Ranallo, Laura Ibáñez, Daniel Bianchi, Gonzalo Carmelé, Nahuel Ramayo y Sebastián Cúneo integran el grupo musical Canticuénticos.

El grupo musical originario de Santa Fe surgió en el 2007 con propuestas innovadoras que combinan poesía, música y literatura. Para conocerlos más, dialogamos con la principal compositora del grupo, Ruth Hillar quien junto a Daniela Ranallo, Laura Ibáñez, Daniel Bianchi, Gonzalo Carmelé, Nahuel Ramayo y Sebastián Cúneo integran Canticuénticos.

Se caracterizan por expresar en canciones, temáticas sociales difíciles de abordar. ¿Cómo es el proceso de elección de los temas? ¿Cuáles son las temáticas que no pueden faltar a la hora de componer?

“Desde Canticuénticos buscamos acompañar a las infancias en su andar por la vida, por lo que las temáticas pueden ser tan diversas como la vida misma. Creemos que casi cualquier temática puede conectar con las infancias, si se trata con respeto y teniendo en cuenta los intereses de esa etapa de la vida. Así podemos cantar sobre un monstruo que baila la cumbia, pero también sobre equidad e inequidad, derechos humanos, medioambiente, soberanía alimentaria, temas vinculados a la ESI, entre muchísimos más. Todo lo que tenga que ver con el pasado, presente y futuro de nuestras niñeces será pertinente, imprimiéndole una mirada sensible, poética, cuidadosa”.

¿Qué buscan transmitir a través de cada canción? 

“Cada canción tiene su propia carga semántica, pero creo que en general quisiéramos que nuestro público pueda conectarse con su dimensión más humana, con sus emociones, con la alegría de cantar o bailar. Que pueda bucear en una canción para descifrar mensajes, disfrutando de la belleza de lo simple. Queremos mantener viva esa posibilidad de imaginar, preguntar, conmover y poder, a pesar de todo, acceder a esos espacios de libertad que propone el arte”.

El ritmo y las letras interpelan tanto a niños, niñas como a los adultos. ¿Son conscientes de ello? ¿Es lo que persiguen?

“Nos gusta pensar en nuestra música como canciones para seres humanos, algunas se dirigen más hacia la niñez y otras tal vez más hacia la adultez. Desde el vamos, decidimos seguir los pasos de la gran María Elena, que supo incluir guiños para el público adulto en casi todas sus canciones infantiles. Un repertorio de estas características puede ser una hermosa posibilidad de acercamiento intrafamiliar y también entre docente y alumnado. En estos tiempos en que las pantallas nos separan, quisiéramos que las canciones puedan fortalecer los vínculos más humanos”.

En cada canción traspasa el ritmo folklórico argentino y latinoamericano. ¿A qué se debe esta elección?

“El folklore latinoamericano y el argentino en particular, es lo que nos da una base firme sobre la que trabajar. Componemos nuestras canciones sobre estos géneros y ritmos, que sentimos que son los que más nos representan. También creemos importante que las infancias crezcan cantando y escuchando músicas de sus propios lugares, canciones que tengan que ver con su cultura, su idioma, sus paisajes y que puedan sentir el orgullo de una cultura propia. La industria del entretenimiento a nivel masivo corre por otros carriles, que tiene que ver con uniformar y aturdir. Por eso, nos parece tan importante generar otras alternativas”.

“La industria del entretenimiento a nivel masivo corre por otros carriles, que tiene que ver con uniformar y aturdir. Por eso, nos parece tan importante generar otras alternativas”.

Desde la formación de “Canticuénticos” hasta la actualidad ¿advierten cambios, una apertura en la composición, música y temáticas?

“Como nuestra idea es ir acompañando a nenas, nenes y por qué no, adultos, en su caminar por la vida, de alguna manera nos vamos acompasando al devenir del mundo. Particularmente me pasa, que las canciones que compongo van dando cuenta de mis intereses en distintos momentos y de alguna manera son una especie de diálogo con la realidad”.

Muchos de quienes integran el grupo ejercen la profesión de docentes. ¿De qué manera influye la docencia en Canticuénticos? ¿Y Canticuénticos en la docencia?

“No pensamos las canciones como recursos didácticos en sí. Siempre componemos con una mirada artística, sin restringir un contenido musical o literario por pensar que la canción pueda servir para enseñar tal o cual cosa. Trabajar en las aulas nos aporta una experiencia valiosísima, que es vincularnos con una gran diversidad de nenes y nenas, interactuar con ellos, conocer más a fondo sus intereses y problemáticas. Aprendemos de las niñeces que nos rodean”.

“A cocochito”, título del quinto trabajo discográfico y octavo libro de Canticuénticos.

¿Cómo surge la idea de expandirse y meterse en el universo de la literatura? ¿Cómo conviven ambas expresiones artísticas?

“Creemos con mucha intensidad en la importancia de los libros y de la literatura en la formación de cualquier persona. Es verdad que las pantallas hoy son el centro de nuestra vida, casi todo pasa por ahí y es muy difícil proponerse otra alternativa. Pero es indispensable que sigamos cuidando los espacios en los que juega nuestra imaginación, nuestra posibilidad de manejar el tiempo, como es el momento de la lectura”.

“Es indispensable que sigamos cuidando los espacios en los que juega nuestra imaginación, nuestra posibilidad de manejar el tiempo, como es el momento de la lectura”.

Hacen felices a muchos niños y niñas con sus canciones, invitándolos a bailar, moverse y, sobre todo, a imaginar…¿Y ustedes? ¿Qué reciben del público?

“¡Es muchísimo lo que el público nos da! Y esto nos carga de energía para seguir trabajando con dedicación y responsabilidad. Nos pasaron cosas tan lindas como que un papá nos cuente que había vuelto a abrazar a su hijo después de escuchar la canción de cuna ´Noni noni´, o una mamá que sintió que la ´Zamba de los relojes´ la ayudó a transitar la internación de su bebé. Y lo que nos conmueve de una manera inconmensurable es cada vez que nos enteramos que la canción ´Hay secretos´ ayuda a alguna personita víctima de abuso”. 

Respecto a lo que decís, tiempo atrás circuló la noticia en los medios de comunicación sobre una niña que, gracias a la canción “Hay secretos”, pudo expresarse  y manifestar que fue víctima de abuso. ¿Qué sintieron cuando se enteraron? ¿Cómo influyó en ustedes esta noticia?

“Cada vez que nos enteramos que alguien puede empezar a recibir ayuda a partir de haber escuchado esta canción, nos da una gran alegría porque sabemos que ´Hay secretos´ está llegando justo donde quería llegar, pero también nos muestra que el abuso es algo muy frecuente contra lo que tenemos que seguir peleando como sociedad.

En el caso de Zapala, pasó algo que nunca pensamos que podía pasar. Que la canción se incluyera como prueba y la jueza la hiciera escuchar en la sala de audiencias fue un hecho inédito y de un gran valor. Reconoció el rol transformador del arte, con la posibilidad de traducir a un lenguaje más profundo esos discursos tan difíciles de abordar de otras maneras. Y lo más importante, la jueza en su veredicto, reconoció lo indispensables que son los docentes y la importancia enorme de la presencia de la ESI para armar una trama de cuidado y contención de las infancias".

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