12, Enero 2021
La soledad moderna: un riesgo oculto para la salud
Cómo la falta de conexión social puede afectar tu cuerpo, tu mente y tu vida y qué podés hacer al respecto.

En tiempos hiperconectados, hablar de soledad parece una contradicción. Sin embargo, millones de personas en todo el mundo se sienten desconectadas, incluso rodeadas de gente.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la soledad y el aislamiento social son factores de riesgo tan dañinos como el tabaquismo o la obesidad. Se calcula que 1 de cada 6 personas la experimenta y que está vinculada a unas 871.000 muertes al año en todo el planeta.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que en América Latina el fenómeno también crece, especialmente entre adultos mayores, pero se extiende cada vez más a jóvenes y trabajadores urbanos.
Soledad y aislamiento: ¿son lo mismo?
Aunque suelen confundirse, la soledad es una experiencia subjetiva (la sensación de no tener vínculos significativos), mientras que el aislamiento social es una condición objetiva, vinculada con la falta de contacto con otras personas.
Es decir, una persona puede tener muchos conocidos y sentirse sola, o vivir sola y sentirse acompañada. Ambos fenómenos, sin embargo, se asocian a un mayor riesgo de enfermedades crónicas y deterioro de la salud mental.
El impacto sobre la salud

Los estudios recientes de la OMS y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) muestran que la soledad prolongada:
Aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y accidentes cerebrovasculares.
Está relacionada con mayor incidencia de depresión, ansiedad y demencia.
Puede acortar la expectativa de vida en una magnitud comparable al consumo diario de 15 cigarrillos.
La falta de conexión social activa los mismos circuitos del cerebro asociados al dolor físico, eleva la presión arterial y favorece procesos inflamatorios.
La importancia de fomentar los lazos sociales

Combatir la soledad no depende solo de la voluntad individual. Requiere comunidades más integradas y políticas públicas que promuevan el encuentro.
La Comisión de Conexión Social de la OMS propone fortalecer la pertenencia y la participación ciudadana a través de:
Actividades intergeneracionales y espacios comunitarios.
Programas de voluntariado y acompañamiento telefónico o virtual.
Intervenciones médicas que incluyan la dimensión social del bienestar.
En el día a día, pequeños gestos también suman: hablar con los vecinos, retomar un hobby grupal, compartir tiempo sin pantallas, saludar más, escuchar más.
La soledad moderna nos recuerda que la salud no es solo ausencia de enfermedad, sino equilibrio integral entre cuerpo, mente y vínculos. Reconectar, cuidar las relaciones y abrirse a nuevas formas de encuentro también son decisiones de bienestar.
