Alimentación y sueño

Cada vez más estudios científicos establecen un vínculo entre la alimentación y su impacto en el dormir. Qué elegimos consumir, cómo lo hacemos y en qué horarios influye notablemente en la posibilidad de lograr un descanso apropiado, duradero y reparador hasta el día siguiente.

Asimismo, se ha determinado que la falta de horas y calidad en el descanso está vinculada a la obesidad en la infancia y adultez; ya que aumentan las hormonas que favorecen la ingesta de alimentos ricos en azúcares, carbohidratos y grasas que generan mayor sensación de hambre y apetito.

Por lo tanto, respetar los horarios de ir a dormir puede ser un gran aliado para nuestra salud, pudiendo evitar la aparición de enfermedades cardiovasculares y problemas de peso. 

En relación a la alimentación más adecuada para favorecer un buen sueño, es importante elegir aquellos que ayuden a aumentar la melatonina (hormona) y la serotonina (neurotransmisor) que participan en el ciclo del sueño. Algunos de ellos son: lácteos, huevo, legumbres, frutos secos, carbohidratos como la avena, arroz y verduras.

Se recomienda que las comidas antes de dormir sean más ligeras y que proporcionen al organismo la energía necesaria para las funciones nocturnas.

El dormir es un estado fisiológico en el que nuestro cuerpo regula procesos hormonales y metabólicos, se disminuyen los procesos digestivos y también se activa el almacenamiento de energía y ahorro. Además, la memoria se prepara para recibir nueva información, los músculos se regeneran, alcanzando un equilibrio corporal y mental.